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viernes, 4 de julio de 2008

EL GANGREJITO VOLADOR

Había una vez un cangrejito nuevo que estaba haciendo un hueco profundo en la tierra, cuando, sin más ni más, vino una paloma torcaza a darle conversación.
-¡Bonito que te está quedando el pozo ese! –dijo la paloma-, y el cangrejo levantando los tarritos de sus ojos, la miró tranquilo y respondió:
-No se trata de un pozo, estoy haciendo mi casa.
-¡Cómo!- exclamó asombrada la paloma -¿Ese oscuro agujero es tu casa?
-Pues.... sí, mi casa.
-¿Cómo se entiende ese disparate muchacho?
-¡Ah!, ¿qué no?
-¿Pero te parece poco llamarle casa a un agujero en la tierra? Escucha: si puedes vivir en la rama de un árbol ¿cómo vas a habitar en el fondo de un pozo oscuro?
-Señora –dijo dignamente el cangrejito-, ¿se olvida usted de que está hablando con un crustáceo? No soy una paloma, señora.
-¿Pero eso qué importa si eres cangrejo con voluntad?
“Un cangrejo con voluntad”, se dijo el cangrejito- levantando directamente al cielo los tarritos de sus ojos. “¿Sería posible eso?”. Mas, enseguida contuvo su entusiasmo.
-¿Cómo vas a pasarte la vida bajo tierra?
-Pero... es que toda mi familia lo ha hecho siempre así....
-Ya me imagino a toda tu familia; es decir, por uno que empezó una vez, todos los demás han seguido haciendo lo mismo. ¿Y es que en tu familia no hay aspiraciones?
-Bueno, hay cangrejos... aspiraciones, que yo sepa, no.
-Bien –dijo la paloma- entonces tú vas a ser el primero de los tuyos que viva en un árbol.
-¡Cómo! ¿Yo vivir en un árbol?
-Tú, el primero de todos.
-¡Pero mire, señora Paloma, que mi abuelo me mandó esta mañana a que hiciera mi cueva, diciéndome que ya es hora de fabricarla como hacen los demás!
-Pero, muchacho, contesta una cosa: ¿qué casa estas fabricando?
-La mía señor, ¿cuál otra?-
-Ninguna, porque... ¿cuándo tú has visto una casa sin puertas ni ventanas?
-Bueno.... no; verdad que no la he visto.
-¿Entonces dónde vas a hacer allá abajo una ventana y qué fresco y qué luz van a entrar por ella?
-Tiene razón.
-Y hasta suponiendo que hubiera una ventana sin fresco y sin luz, ¿qué pajarito se pondría a cantar en ella cuando llegue el verano?>
-No, ninguno.
-Entonces está claro; hazte una casa en el aire, muchacho.
-Pero ... ¿en el aire?
-Quiero decir en la rama de un árbol, de un pino, de un júcaro, de un dagae, en el polo del monte que más te guste.
-¡Un nido!
-Eso, un nido fresco que lo meza el viento. De día cerca del Sol, de noche cerca de las estrellas.
-¡Ah! ¡qué bueno sería! En el fondo, los cangrejos todos queremos llegar a las estrellas... Pero enseguida se entristeció:-¡Pero es que soy solamente un cangrejo!
-¡Déjese de historias! ¡Usted es lo que usted quiera ser! ¡Sea pues, un crustáceo con voluntad!
Y como si estuviera cansada de hablar, la paloma torcaza batió sus alas y salió volando por encima del joven cangrejo, quien con los tarritos de sus ojos la siguió mirando hasta que se perdió en el viento.
Mas, ya el cangrejito no podía seguir haciendo su cueva en la tierra. Así que aquella misma tarde, después de que se lavó las tenazas en el río fue directo a ver a su abuelo.
-Abuelo, quiero fabricar mi casa fuera de la tierra.
-¡Cómo! –exclamó el abuelo, cayéndosele la comida de la boca.
-Sí. Voy a hacerlo si es posible en el copito de un caguairán.
-¡Hijo mío! –dijo entonces mirándolo muy preocupado-, tienes que tener cuidado con las hierbas que comes. A ver, ¿qué has comido, hijo mío?
-Palmiche, abuelo, pero hablé con la paloma torcaza...
-¿Con esa loca?
-Me ha dicho que es un disparate vivir bajo tierra como una lombriz.
-Sea, pero ten en cuenta que tú no eres más que un cangrejo, muchacho.
-Un cangrejo que acaso un día pueda vivir cerca de las estrellas.
-Pero, qué diablos de casa es esa?
-Un nido, abuelo, un nido.
-¿Nido? ¿Y dónde están tus alas, muchacho?
-Pues, quién sabe con el tiempo si...
-Más, esta vez el abuelo no lo dejó terminar.
-¡Muchacho! –tronó, mientras tú seas cangrejo no hay ala que te salga ni pluma que te cuelgue. Cangrejo naciste y cangrejo terminas.
-Pero el nieto estaba dispuesto a trabajar de todas maneras. Así que se fue solo al monte y escogió el caguairán que le pareció más alto y frondoso de todos.
-Era un trabajo difícil el que se había propuesto. Tendría que subir y bajar el árbol cuantas veces fuera necesario para construir allá arriba su nido. Mas, empezó sin miedo, echándose a las espaldas los palitos secos y las bolsas de resina y todo lo que necesitaba para su trabajo.
-Subía y bajaba clavando sus patas espinadas en el tronco, y lo hizo tantas veces que formó un trillito de puntos en la corteza del caguairán. Y no sólo era el trabajo que pasaba y el peligro que corría sino las cosas que le decían los otros animalitos del suelo, los que no vuelan.
-¡Loco, loco de a viaje está! –decía la jicotera encaramada en su piedra del río-, ¡Y se revienta un día de estos! ¡vivir para ver!
Pero él ni siquiera contestaba. Subía y bajaba lento, incansable, llevando su carga. A veces sucedía también que a mitad de camino, ya no podía más y rodaba la carga. Entonces, firme, sin ceder, bajaba hasta el suelo, cargaba de nuevo y tornaba a subir con los ojos fijos allá arriba, donde estaba creciendo su nido en la punta de la rama más alta.
Por su parte, el viejo abuelo estaba muy triste y acabó diciendo que tenía un nieto chiflado, el primero en la familia.
Pero al fin, una mañana se corrió la voz por toda la isla.
De todas las provincias vinieron pájaros a visitarlo. De oriente llegó un lindo senseremicó, con su cuello amarillo como una corbata nueva. De Camagüey, un pájaro carpintero de pecho rojo y camisa de guinga. De Santa Clara un zenzontle cantador que le decían el Jilguero del Escambray. De Matanzas, la más dulce paloma de todas. De La Habana, un zunzún azul que se paraba en el aire volando. Y por fin, de Pinar del Río, un ruiseñor de Viñales al que le decían la Flauta de Aragón.
Vinieron todos y alabaron el nido del cangrejito, que era como un hermoso balcón al viento y la luz. Él dio las gracias a todos y les ofreció guayabas maduras y pomarrosas del río.
Y en ese mismo día, al atardecer, fue que sintió sueño y se extrañó. ¿Acaso estaría enfermo? Jamás había sentido sueño al atardecer. Todo lo contrario, porque esa es la hora en que los cangrejos salen a pasear, la misma en que los pájaros se posan a dormir.
Pero en fin, se quedó dormido. Y cayó la tarde y pasó la noche con sus estrellas y sus sputniks, mientras él dormía sosegadamente sin darse cuenta de nada.
Más al otro día, cuando el sol tibio de la mañana lo hizo despertar, sintió como si no cupiera en el nido. Levantó primero el tarrito de un ojo y después el tarrito del otro. Miró a la derecha y quedó mudo de asombro; miró a la izquierda y quedó mudo del mismo asombro; ¡Dos Alas! ¡Dos alas encendidas como las plumas del tocororo le salían de los costados! Le habían crecido durante la noche y eran más largas que sus tenazas.
Entonces el cangrejito, no sabiendo si llorar o reír de alegría, levantó sus hermosas alas, las batió ruidosamente haciendo caer algunas hojas maduras del caguairán y se lanzó de frente al viento a volar para siempre.
Desde aquella mañana todo el mundo vivía asombrado, con las caras vueltas hacia arriba para ver el cangrejito volador atravesar el aire, y hasta el viejo abuelo solía decir orgulloso ahora:
¡Tengo un nieto plumoso, lindo como un tocororo y vuela como el viento!

EL GANGREJITO VOLADOR

Había una vez un cangrejito nuevo que estaba haciendo un hueco profundo en la tierra, cuando, sin más ni más, vino una paloma torcaza a darle conversación.
-¡Bonito que te está quedando el pozo ese! –dijo la paloma-, y el cangrejo levantando los tarritos de sus ojos, la miró tranquilo y respondió:
-No se trata de un pozo, estoy haciendo mi casa.
-¡Cómo!- exclamó asombrada la paloma -¿Ese oscuro agujero es tu casa?
-Pues.... sí, mi casa.
-¿Cómo se entiende ese disparate muchacho?
-¡Ah!, ¿qué no?
-¿Pero te parece poco llamarle casa a un agujero en la tierra? Escucha: si puedes vivir en la rama de un árbol ¿cómo vas a habitar en el fondo de un pozo oscuro?
-Señora –dijo dignamente el cangrejito-, ¿se olvida usted de que está hablando con un crustáceo? No soy una paloma, señora.
-¿Pero eso qué importa si eres cangrejo con voluntad?
“Un cangrejo con voluntad”, se dijo el cangrejito- levantando directamente al cielo los tarritos de sus ojos. “¿Sería posible eso?”. Mas, enseguida contuvo su entusiasmo.
-¿Cómo vas a pasarte la vida bajo tierra?
-Pero... es que toda mi familia lo ha hecho siempre así....
-Ya me imagino a toda tu familia; es decir, por uno que empezó una vez, todos los demás han seguido haciendo lo mismo. ¿Y es que en tu familia no hay aspiraciones?
-Bueno, hay cangrejos... aspiraciones, que yo sepa, no.
-Bien –dijo la paloma- entonces tú vas a ser el primero de los tuyos que viva en un árbol.
-¡Cómo! ¿Yo vivir en un árbol?
-Tú, el primero de todos.
-¡Pero mire, señora Paloma, que mi abuelo me mandó esta mañana a que hiciera mi cueva, diciéndome que ya es hora de fabricarla como hacen los demás!
-Pero, muchacho, contesta una cosa: ¿qué casa estas fabricando?
-La mía señor, ¿cuál otra?-
-Ninguna, porque... ¿cuándo tú has visto una casa sin puertas ni ventanas?
-Bueno.... no; verdad que no la he visto.
-¿Entonces dónde vas a hacer allá abajo una ventana y qué fresco y qué luz van a entrar por ella?
-Tiene razón.
-Y hasta suponiendo que hubiera una ventana sin fresco y sin luz, ¿qué pajarito se pondría a cantar en ella cuando llegue el verano?>
-No, ninguno.
-Entonces está claro; hazte una casa en el aire, muchacho.
-Pero ... ¿en el aire?
-Quiero decir en la rama de un árbol, de un pino, de un júcaro, de un dagae, en el polo del monte que más te guste.
-¡Un nido!
-Eso, un nido fresco que lo meza el viento. De día cerca del Sol, de noche cerca de las estrellas.
-¡Ah! ¡qué bueno sería! En el fondo, los cangrejos todos queremos llegar a las estrellas... Pero enseguida se entristeció:-¡Pero es que soy solamente un cangrejo!
-¡Déjese de historias! ¡Usted es lo que usted quiera ser! ¡Sea pues, un crustáceo con voluntad!
Y como si estuviera cansada de hablar, la paloma torcaza batió sus alas y salió volando por encima del joven cangrejo, quien con los tarritos de sus ojos la siguió mirando hasta que se perdió en el viento.
Mas, ya el cangrejito no podía seguir haciendo su cueva en la tierra. Así que aquella misma tarde, después de que se lavó las tenazas en el río fue directo a ver a su abuelo.
-Abuelo, quiero fabricar mi casa fuera de la tierra.
-¡Cómo! –exclamó el abuelo, cayéndosele la comida de la boca.
-Sí. Voy a hacerlo si es posible en el copito de un caguairán.
-¡Hijo mío! –dijo entonces mirándolo muy preocupado-, tienes que tener cuidado con las hierbas que comes. A ver, ¿qué has comido, hijo mío?
-Palmiche, abuelo, pero hablé con la paloma torcaza...
-¿Con esa loca?
-Me ha dicho que es un disparate vivir bajo tierra como una lombriz.
-Sea, pero ten en cuenta que tú no eres más que un cangrejo, muchacho.
-Un cangrejo que acaso un día pueda vivir cerca de las estrellas.
-Pero, qué diablos de casa es esa?
-Un nido, abuelo, un nido.
-¿Nido? ¿Y dónde están tus alas, muchacho?
-Pues, quién sabe con el tiempo si...
-Más, esta vez el abuelo no lo dejó terminar.
-¡Muchacho! –tronó, mientras tú seas cangrejo no hay ala que te salga ni pluma que te cuelgue. Cangrejo naciste y cangrejo terminas.
-Pero el nieto estaba dispuesto a trabajar de todas maneras. Así que se fue solo al monte y escogió el caguairán que le pareció más alto y frondoso de todos.
-Era un trabajo difícil el que se había propuesto. Tendría que subir y bajar el árbol cuantas veces fuera necesario para construir allá arriba su nido. Mas, empezó sin miedo, echándose a las espaldas los palitos secos y las bolsas de resina y todo lo que necesitaba para su trabajo.
-Subía y bajaba clavando sus patas espinadas en el tronco, y lo hizo tantas veces que formó un trillito de puntos en la corteza del caguairán. Y no sólo era el trabajo que pasaba y el peligro que corría sino las cosas que le decían los otros animalitos del suelo, los que no vuelan.
-¡Loco, loco de a viaje está! –decía la jicotera encaramada en su piedra del río-, ¡Y se revienta un día de estos! ¡vivir para ver!
Pero él ni siquiera contestaba. Subía y bajaba lento, incansable, llevando su carga. A veces sucedía también que a mitad de camino, ya no podía más y rodaba la carga. Entonces, firme, sin ceder, bajaba hasta el suelo, cargaba de nuevo y tornaba a subir con los ojos fijos allá arriba, donde estaba creciendo su nido en la punta de la rama más alta.
Por su parte, el viejo abuelo estaba muy triste y acabó diciendo que tenía un nieto chiflado, el primero en la familia.
Pero al fin, una mañana se corrió la voz por toda la isla.
De todas las provincias vinieron pájaros a visitarlo. De oriente llegó un lindo senseremicó, con su cuello amarillo como una corbata nueva. De Camagüey, un pájaro carpintero de pecho rojo y camisa de guinga. De Santa Clara un zenzontle cantador que le decían el Jilguero del Escambray. De Matanzas, la más dulce paloma de todas. De La Habana, un zunzún azul que se paraba en el aire volando. Y por fin, de Pinar del Río, un ruiseñor de Viñales al que le decían la Flauta de Aragón.
Vinieron todos y alabaron el nido del cangrejito, que era como un hermoso balcón al viento y la luz. Él dio las gracias a todos y les ofreció guayabas maduras y pomarrosas del río.
Y en ese mismo día, al atardecer, fue que sintió sueño y se extrañó. ¿Acaso estaría enfermo? Jamás había sentido sueño al atardecer. Todo lo contrario, porque esa es la hora en que los cangrejos salen a pasear, la misma en que los pájaros se posan a dormir.
Pero en fin, se quedó dormido. Y cayó la tarde y pasó la noche con sus estrellas y sus sputniks, mientras él dormía sosegadamente sin darse cuenta de nada.
Más al otro día, cuando el sol tibio de la mañana lo hizo despertar, sintió como si no cupiera en el nido. Levantó primero el tarrito de un ojo y después el tarrito del otro. Miró a la derecha y quedó mudo de asombro; miró a la izquierda y quedó mudo del mismo asombro; ¡Dos Alas! ¡Dos alas encendidas como las plumas del tocororo le salían de los costados! Le habían crecido durante la noche y eran más largas que sus tenazas.
Entonces el cangrejito, no sabiendo si llorar o reír de alegría, levantó sus hermosas alas, las batió ruidosamente haciendo caer algunas hojas maduras del caguairán y se lanzó de frente al viento a volar para siempre.
Desde aquella mañana todo el mundo vivía asombrado, con las caras vueltas hacia arriba para ver el cangrejito volador atravesar el aire, y hasta el viejo abuelo solía decir orgulloso ahora:
¡Tengo un nieto plumoso, lindo como un tocororo y vuela como el viento!

DROGAS

Cuanto más das..., más recibes...Sabes que puedes producir tus propias drogas, sin tener que sembrar amapolas, marihuana o comprar cocaína? El cerebro, movido por las emociones, produce sustancias químicas que hacen que la persona eleve su autoestima, experimente sensación de euforia, se sienta animada, alegre y vigorosa, sin necesidad de tomar, inyectarse o fumar nada. Estas sustancias que produce el cerebro, denominadas hormonas endógenas (ya que se producen en la corteza cerebral) bien podrían llamarse "drogas de la felicidad". Algunas de ellas son: La oxitocina, que se produce cuando existe un amor pasional y se relaciona con la vida sexual. La dopamina, que es la droga del amor y la ternura. La finilananina, que genera entusiasmo y amor por la vida. La endorfina, que es un trasmisor de energía y equilibra las emociones, el sentimiento de plenitud y el de depresión. La epinefrina, que es un estímulo para el desafío de la realización de metas. Si hay abundancia de estas hormonas endógenas, hay inteligencia emocional e interpersonal; la persona se siente ubicada, sabe quién es, a dónde va; controla sus emociones, conoce sus habilidades y sus talentos y se siente dueña de sí misma. ¿Cuándo y cómo se crean estas drogas internas? Se realizó un análisis bioquímico a la sangre de la Madre Teresa y se halló que era una persona altamente dopamínica; es decir, plena y feliz. ¿Cómo se desarrolla esta condición? A través del servicio a los demás. ¡Qué sencillo y comprometedor era el secreto de la felicidad de la Madre Teresa! Se han realizado descubrimientos como estos: Cuando una mujer va a dar a luz, se vuelve altamente dopamínica; es decir, genera una cantidad enorme de dopamina (la droga del amor y la ternura). Cuando estamos enamorados, la dopamina aumenta 7000 veces su cantidad, acompañada de la oxitocina, responsable de la pasión sexual y de las fenilananinas, responsables del entusiasmo, bloqueando el aspecto de la lógica y la razón. En los recién casados, se produce gran cantidad de oxitocina, que es responsable del amor pasional. Por eso ellos irradian felicidad, se sienten plenos, alegres y motivados. Como vemos, la felicidad no es algo vago e impreciso, ni una sensación nebulosa: es el efecto de un flujo correcto de sustancias químicas que proporcionan al ser humano su equilibrio físico y psíquico. Así, la felicidad se puede incrementar por medio de las siguientes actitudes o actividades, todas productoras de estas "drogas" internas: Amar y disfrutar apasionadamente lo que hacemos. Tener relaciones con personas que nos motivan y enriquecen nuestra fuerza vital.Tener una autoestima positiva y un sentido del valor personal.Trabajar y lograr pequeñas o grandes metas.Descansar y dormir profundamente.Manejar adecuadamente el estrés.Hacer ejercicios regularmente: "mente sana en cuerpo sano".Recordar los momentos felices de nuestra vida, ya que en esos momentos la mente no distingue entre lo real y lo imaginario. El secreto está dentro de nosotros. Sentirnos felices es, en parte, una cuestión de actitud hacia la vida: las drogas de la felicidad no se consiguen en el exterior, sino que son creadas mediante una vida llena de amor, entrega, optimismo, ejercicio,satisfacción personal ante el logro de metas y vocación y devoción por lo que se hace....

VIVE

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,sin haber sido feliz,sin haber aumentado tus sueños.No te dejes vencer por el desaliento.No permitas que nadie te quiteel derecho a expresarte,que es casi un deber.No abandones las ansias de hacerde tu vida algo extraordinario.No dejes de creer que las palabras ylas poesías sí pueden cambiar el mundo.Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.Somos seres llenos de pasión.La vida es desierto y oasis.Nos derriba, nos lastima, nos enseña,nos convierte en protagonistasde nuestra propia historia.Aunque el viento sople en contra,la poderosa obra continúa:Tú puedes aportar una estrofa.No dejes nunca de soñar,porque en sueños es libre el hombre.No caigas en el peor de los errores:el silencio.La mayoría vive en un silencio espantoso.No te resignes. Huye."Emito mis alaridos por los techos de este mundo",dice el poeta.Valora la belleza de las cosas simples.Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,pero no podemos remar en contrade nosotros mismos.Eso transforma la vida en un infierno.Disfruta del pánico que te provocatener la vida por delante.Vívela intensamente, sin mediocridad.Piensa que en ti está el futuroy encara la tarea con orgullo y sin miedo.Aprende de quienes puedan enseñarte.Las experiencias de quienesnos precedieron de nuestros"poetas muertos",te ayudan a caminar por la vidaLa sociedad de hoy somos nosotros.Los "poetas vivos".No permitas que la vidate pase a ti sin que la vivas...